La cesárea es la intervención quirúrgica mayor que se practica cuando un parto vaginal podría conducir a complicaciones médicas para la madre o para el bebé o para ambos.
Como cirugía mayor, no está exenta de riesgos propios y derivados de la anestesia, por ello el uso de la cesárea se restringe a ciertas indicaciones médicas entre las que tenemos causas maternas o fetales.
Generalmente la cesárea se realiza con anestesia intradural o con epidural, es decir, que estás consciente en todo momento, solamente se utiliza anestesia general cuando hay alguna contraindicación para la anestesia locorregional o cuando la cesárea es muy urgente y no puede esperar.
La cesárea bien indicada puede salvar vidas. Pero cuando se realiza sin ningún motivo médico, porque sí, tiene más riesgo que el parto vaginal. Muchos estudios así lo demuestran: que existe un mayor riesgo de muerte y de sufrir complicaciones tanto para la madre y como para el bebé en una cesárea sin indicación médica que en el parto vaginal normal, además, la cesárea también puede dar lugar a una mayor dificultad en el establecimiento del vínculo madre-bebé y la lactancia materna.
Si el bebé nace sano, sin ningún problema de salud, lo ideal es que esté con su madre cuanto antes. Hay hospitales que promueven el piel con piel desde el mismo momento del nacimiento, en el mismo quirófano, obviamente si no existe ningún problema de salud que lo impida. En el parto vaginal normal se mueven en el cerebro de la madre y el bebé una serie de neurohormonas que promueven una comunicación muy especial que favorecen el vínculo madre-bebé y también favorecen el establecimiento de la lactancia materna. Por eso, si no es posible el parto vaginal y se requiere una cesárea, sería importante favorecer este vínculo entre la madre y la criatura tan pronto como sea posible.
Actualmente son muchos los documentos y artículos que recogen la evidencia científica disponible para la asistencia al parto normal, con el menor intervencionismo posible, ya que hoy sabemos que el exceso de intervención médica es contraproducente y aumenta los riesgos. Por supuesto, no renunciamos a la tecnología y a la intervención médica cuando es realmente necesaria, según la evidencia científica actual.
No tiene por qué. Depende de las causas por las que se hizo la cesárea anterior. Si la causa por la que se hizo fue por alguna enfermedad materna que persiste, en este caso el siguiente parto seguramente sea por cesárea también. Si la causa fue por riesgos en el bebé, como por ejemplo sufrimiento fetal o mala posición, o por estancarse el parto o por fallo de inducción, no tiene porqué repetirse tales circunstancias en sucesivos partos. Por tanto, en principio, si no hay alguna contraindicación médica para el parto vaginal, siempre se intentará un parto vaginal tras cesárea anterior.
En el año 2000 se publicaron los resultados del Term Breech Trial (TBT) donde se concluye que es mejor una cesárea que un parto vaginal cuando el bebé está de nalgas. Muchas de las asociaciones relevantes, como la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO) se adhirieron a este protocolo. Sin embargo, algunos organismos, como la Dirección de Asistencia Sanitaria de la Consejería de Sanidad del Gobierno Vasco, decidieron no seguir estas recomendaciones basándose en que los contextos sanitarios, protocolos y habilidades profesionales eran diferentes a la de los centros que participaron en el estudio. De esta manera, el parto de nalgas vaginal continúa realizándose en algunos centros donde los médicos tienen experiencia en su asistencia.
A día de hoy, aquellos centros donde el parto de nalgas sea una práctica habitual y donde existan criterios estrictos de selección y atención al parto, el parto vaginal de un feto a término de nalgas es una opción segura.
Por otro lado, existen algunas opciones alternativas para intentar que el bebé se coloque en cefálica (de cabeza):
Tema desarrollado por el grupo Maternidad y Más.