Durante el embarazo y el puerperio se producen muchos cambios emocionales, físicos y sociales tanto en la madre, en su pareja como en la familia.
En concreto en la mujer también podemos observar cambios bioquímicos y hormonales, lo que provoca en ella una mayor vulnerabilidad para que padezca algún trastorno psicológico. Dentro de estos podemos hablar, de menor a mayor gravedad:
Cerca del 80% de las mujeres sufre algún tipo de alteración durante esta etapa que puede ir desde molestias leves, como tristeza y llanto, a algunas moderadas, como angustia y dificultad de vincularse con su hijo, hasta graves como inclinaciones suicidas.
La tristeza puerperal, también llamada maternity blues o melancolía de la maternidad, tiene una intensidad y duración variable, soliendo aparecer entre los dos y cuatro días posteriores al parto. Los síntomas desaparecen entre dos o tres semanas postparto y no necesitan tratamiento pues se considera un periodo transitorio de adaptación a la nueva situación de la maternidad, la responsabilidad y la crianza. Se ha visto que el apoyo social (pareja, familiares o amigos) que ayuda en las tareas domésticas (fregar, hacer la colada, preparar la comida, atender a otros hermanos) disminuye la intensidad y duración de esta tristeza. Asimismo, la lactancia materna favorece el estado de ánimo, menor puntuación en las escalas de depresión y mayor interés por las relaciones sociales por lo que podría reducir la intensidad o prevenir la aparición de sintomatología relacionada con la tristeza.
Es más frecuente en mujeres con algún factor de riesgo como antecedentes depresivos, problemas familiares, con la pareja, económicos, etc. pero no todas las mujeres que lo padecen tienen alguno.
Se presenta generalmente con inestabilidad emocional, irritabilidad y tristeza o llanto fácil, así como con ansiedad y desesperación por la dificultad en el manejo del bebé.
Es muy importante el apoyo y el acompañamiento tanto de la pareja como de la familia, y saber que, si los síntomas aumentan o no desaparecen después de dos o tres semanas, deben recurrir a su médico, ya no estaríamos hablando de tristeza y sí de depresión.
Puede ayudar:
En las visitas puerperales al Centro de Salud, puedes informar de esta labilidad emocional y con una sencilla encuesta la matrona te orientará sobre si lo que experimentas es lo habitual. Cuando esta encuesta descubre resultados no satisfactorios podríamos estar ante una depresión posparto. Esto ya es una patología que aparece entre las dos semanas y los 6 meses tras el parto y presenta síntomas discapacitantes de incomodidad, irritabilidad, confusión y olvido, anhedonia, fatiga, insomnio, ansiedad, culpa, incapacidad para hacer frente a las distintas situaciones y consideración del suicidio. Frecuentemente, se produce una exacerbación de estos síntomas por medio de una baja autoestima, una falta de confianza y expectativas irreales sobre la maternidad.
La depresión posparto, como estamos observando, es un cuadro que aparece más tarde en el puerperio, más fuerte y prolongado que la melancolía de la maternidad y sus síntomas son más persistentes y variados. Algunos de los síntomas diagnósticos más frecuentes extraídos de la encuesta citada son:
Una madre sana podría sufrir por un tiempo de uno o dos de los síntomas que se indican más arriba, debido al estrés de la maternidad. Pero una mujer que sufra de cuatro o más de estos síntomas durante más de dos semanas podría estar sufriendo depresión postparto.
La depresión posparto es una patología importante que precisa de tratamiento médico, pues la duración media es de unos siete meses, tiempo precioso en la vida de un recién nacido, y en algunos casos puede cronificar. El tratamiento se puede clasificar en farmacológico, hormonal y psicológico y debe ser pautado por un especialista.