Síntomas en la mamá

La mamá puede que continúe con esos síntomas pesados como:

• Ganas frecuentes de orinar.

• Agudización del olfato.

• Naúseas, acompañadas o no de vómitos.

• Cansancio y más sueño.

• Las encías se hacen más sensibles y pueden sangrar con el simple cepillado.

• El cuerpo empieza a cambiar externamente:
• Aumento del volumen del pecho.
• El útero empieza a asomar sobre el hueso del pubis.

• Es normal ir ganando peso y cada persona lo hará de forma diferente, pero a estas alturas un aumento de 2 ó 3 kilos es más que suficiente.

Los sentimientos de miedo a un aborto, o que las cosas no vayan bien suelen ir difuminándose y es cuando la mayoría de las parejas dan la noticia a su entorno.

¿Qué pasa dentro de la mamá?

El bebé sigue con su formación a un ritmo trepidante.

• En la semana 9 ya mide unos 2.5 centímetros y puede mover los brazos y las piernas.

• A las 10 semanas parece un submarinista de tres centímetros y medio que se mueve por su océano de líquido amniótico, aunque estos movimientos son imperceptibles para la madre.

• En la semana 12 pesará unos 50 gramos, medirá entre 5 y 6 centímetros y todos sus órganos internos estarán formados.

La fase en la que corre más peligro acaba de terminar. A partir de ahora sólo tendrá que dedicarse a crecer y madurar.

Y ¿qué puede hacer la pareja?

La pareja podría sentirse como un “Convidado de Piedra”, pero nada más lejos de esta situación. Son muchas las cosas que se pueden hacer para animar a la pareja:

• Dar ánimos cuando surgen las dudas, aunque se sienta también.

• Ayudar con los olores que ella no soporta (tirar la basura, rellenar y vaciar la nevera, evitar lociones o colonias que deteste, de repente).

• Mimarla, proteger su espacio tanto físico como emocional.

• También hacerse con una buena dosis de paciencia y comprensión, porque ella irá navegando con vientos en constante cambio y tan pronto estará contenta, como irascible.

Curiosidades

Algunas mujeres sufren la denominada PICA, que consiste en tener un deseo irresistible de comer o de chupar sustancias que no son nutritivas, como yeso, tiza, hielo…
Suele desaparecer tras el embarazo y, en general, no supone riesgos para la salud del bebé.