La seguridad de los alimentos que consumimos en el hogar, empieza en la de producción, continúa durante en el proceso y finaliza en nosotros, los consumidores. De nosotros, depende que los alimentos que ingerimos no supongan un riesgo para nuestra salud. Por eso es esencial que es conocer las principales medidas a adoptar en el momento de compra, limpieza, conservación, almacenamiento y de preparación de los alimentos de una forma más segura. Una buena higiene y manipulación, así como una preparación meticulosa, son indispensables para prevenir las enfermedades transmitidas por alimentos.
Para ello, deben leerse siempre las etiquetas de los productos para saber cómo conservarlos mejor, así como su fecha de caducidad o su consumo preferente.
El congelador debe alcanzar -18ºC. A esta temperatura el alimento está seguro. Si el congelador no alcanza estas bajas temperaturas, debe tenerse en cuenta que los alimentos no se conservan tanto tiempo ni de la misma manera. A una temperatura de -18ºC, los alimentos pueden durar meses en el congelador sin afectar de manera muy significativa a su textura y sus características organolépticas, aunque todo proceso de congelación en casa, no industrial, conlleva alguna pérdida de textura, sabor o aroma.
Si se realiza de forma adecuada, éstas serán mínimas, pero inevitables. En todo caso, pan, carne, pescado, e incluso alimentos ya cocinados, pueden durar hasta más de seis meses en el congelador si se mantienen bien cerrados y con un envase adecuado.
En el medio ambiente hay gran diversidad de microorganismos y, por tanto, las posibilidades de que éstos lleguen a los alimentos son altas. Los patógenos están presentes en el agua, en el suelo y en el aire. Así se entiende que todos y cada uno de los alimentos estén en riesgo de contaminación.
En definitiva, los microorganismos están en todas partes. La primera premisa para evitar posibles riesgos en los alimentos es la higiene. Una mala praxis higiénica, manos, utensilios de cocina o alimentos sucios, entre otros, son los principales motivos de contaminación alimentaria. Sin embargo, muchos patógenos necesitan multiplicarse un gran número de veces para causar enfermedad, por lo que no todo lo que se consume está infectado. La infección alimentaria se detecta cuando se favorece la multiplicación de los patógenos ocurre cuando:
La aplicación de altas temperaturas es uno de los métodos más eficaces. Si bien el frío conserva los alimentos, el calor asegura la ausencia de patógenos.
La temperatura de refrigeración inactiva los patógenos, es decir, evita que se lleve a cabo su multiplicación y causen infección. Sin embargo, la aplicación de altas temperaturas garantiza su erradicación. Por este motivo, en la industria alimentaria, procesos como la pasteurización o la esterilización son habituales en la elaboración de todos los productos. Se considera que aplicar temperaturas a partir de 65ºC en el interior de los alimentos ya es garantía de seguridad.
Bastan pocos segundos para inactivar cualquier actividad bacteriana, parásitos o virus. Como en todo, siempre hay excepciones: son las bacterias del género Bacillus y Clostridium, que producen las esporas, una forma resistente al calor. Las esporas sólo se inactivan a temperaturas superiores a las de ebullición (más de 100ºC). Por este motivo, es recomendable consumir los alimentos bien cocinados y no crudos.