El patrón de sueño del recién nacido es muy diferente al del adulto.
El recién nacido duerme prácticamente todo el día, entre 16 y 19 horas al día, despertándose cada 2-3 horas para comer. Su descanso está influenciado por la señal de hambre y por sentirse incómodo. La cantidad de sueño es igual durante el día que durante la noche, pero progresivamente se van acortando los periodos de sueño diurnos y alargándose los nocturnos y el tiempo de sueño total es cada vez menor.
Un bebé recién nacido sólo tiene tres fases que se van repitiendo en ciclos de unos 50-60 minutos de duración:
Un recién nacido necesita despertarse varias veces para alimentarse. Si tuviera cinco fases necesitaría mucho más tiempo para dormir y no podría alimentarse tantas veces como tiene que hacerlo.
Que el bebé se despierte por la noche es absolutamente normal, lo hace para que alguien satisfaga su necesidad de comer. Por eso los bebés se despiertan llorando porque es su forma de expresar que tienen hambre y que quieren comer, o que lo cojan en brazos y lo cobijen y protejan. A veces el bebé se despierta llorando, mama cinco segundos y se queda dormido. No buscaba alimento, sino el contacto con su madre.
La diferenciación entre el día y la noche se establece entre las 6 semanas y los 3 meses.
Es conveniente realizar cambios posturales de la cabeza y evitar que duerma siempre mirando al mismo lado para prevenir la plagiocefalia postural.