¿Te amenaza, te insulta, te grita, te humilla tanto en público como en privado?
¿Te exige obediencia, te impide trabajar, te restringe el dinero, se lo gasta o te obliga a contraer deudas?
¿Te amenaza con hacerte daño a ti o a tus hijas/os?
¿Golpea, tira o rompe objetos que son importantes para ti? ¿Maltrata a tus mascotas?
¿Te arrincona, agarra con fuerza, agrede o golpea provocándote heridas o fracturas?
¿Te fuerza, coacciona, amenaza o manipula para tener relaciones sexuales?
¿Controla tu tiempo, tus amistades, tus aficiones, tus decisiones, tu móvil o tus RRSS?
¿Te ves reflejada? Si es así estamos deseando ayudarte.
Si vives alguna de estas situaciones probablemente sufras violencia de género.
“No eres tan pequeña como tú te crees, te está anulando para él crecerse más”.
Al principio es como un malestar inespecífico, te vas notando triste, desanimada, con menos capacidad para hablar con tu pareja, menos autoridad y poder para tomar decisiones.
Es como un desencanto que posteriormente pasa a convertirse en un profundo pesar, que te desorienta y te deja sin referencias claras.
Justificas la conducta de tu agresor, y te sueles responsabilizar y culpar del fracaso de tu relación de la pareja.
Ese malestar y debilidad que te invade te impide parar a buscar explicaciones, soluciones, alternativas y tomar decisiones. A través de variadas situaciones y experiencias diversas tomas consciencia y llega un momento que te das cuenta que las causas no están en ti misma sino en la relación de pareja que tienes.
Este proceso de descubrimiento es muy doloroso, implica asumir y reconocerse como mujer maltratada. Tienes miedo a equivocarte y un gran dolor ante el reconocimiento del fracaso vital (proceso de toma de conciencia)
Párate y escucha a tu cuerpo, ¿crees que toda la sintomatología que tienes puede estar provocada por la tensión que sufres en tu relación de pareja?
Dolores de cabeza, cuello, espalda, crónicos, fibromialgia, cansancio, síntomas inespecíficos.
Ansiedad, angustia, irritabilidad, depresión, crisis de pánico, trastornos del sueño y de la alimentación, intento de suicidio.
Dolor con las relaciones sexuales, pérdida del deseo sexual, infecciones vaginales, dolor pélvico crónico.
Pérdida de apetito, obesidad, problemas digestivos (diarrea, dolor abdominal).
Lesiones en el cuerpo, quemaduras, rotura de tímpano, fracturas. Discapacidad a causa de la violencia.
Infecciones de transmisión sexual, VIH, abortos, embarazos no deseados, embarazos de alto riesgo, amenazas de aborto.
Consumo de alcohol y otras drogas, además de toma psicofármacos pautados o no.