La higiene es fundamental para evitar la transmisión de gérmenes y, con ello, la aparición de diversas enfermedades (gripe, gastroenteritis, etc.). El lavado de manos es una de las formas más efectivas para dificultar la transmisión de gérmenes.

Por otra parte, ducharse con la frecuencia necesaria impide un crecimiento anómalo de gérmenes en nuestra piel. Ese crecimiento anómalo podría favorecer problemas como el cabello graso, el acné, la aparición de granos en cualquier parte y mal olor. Esto es especialmente importante en adolescentes, debido a una mayor secreción de sustancias químicas y grasa por su piel.